miércoles, 7 de marzo de 2018

AUGURES


Los Augures eran los sacerdotes de la antigua Roma que se ocupaban de predecir o pronosticar el futuro a través del vuelo de las aves. Eran tan trascendentes, que existían Augures oficiales que tan sólo los magistrados podían consultar y una vez lo habían hecho, los magistrados tomaban y confirmaban la acción a tomar.
Se les consideraba de tal importancia que incluso elecciones, asambleas o resoluciones, no se celebraban y podían ser anuladas si al consultarlos así lo determinaban. Aunque se especializaban en el vuelo de las aves, fijándose en la altura y trayectoria, también observaban signos en su graznido prestando atención al tono, la frecuencia y la dirección del mismo y obtenían también sus presagios observando su apetito.
Los augures podían utilizar para llevar a cabo su misión el auguraculum, desde donde debían disponer de una vista clara; el cavernaculum: una especie de tienda que se desmontaba y que disponía de una apertura a través de la cual llevaban a cabo la observación desde una silla de piedra situada en el interior.
En relación con esta técnica de adivinación, existe una leyenda que cuenta lo siguiente:
"Estando Publio Claudio para dar un combate naval en la primera Guerra Púnica, consultó, por seguir la costumbre, los agoreros; pero diciéndole uno, que los pollos que estaban en custodia no querían salir a comer, los mandó echar al mar, diciendo: Pues ya que no quieren comer, que beban."
Después de esto entraron en batalla y perdieron con lo cual la credibilidad de los augures aumentó.

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