miércoles, 5 de octubre de 2016

HAZ EL BIEN, DA IGUAL A QUIEN.


Hay personas que nos hacen sonreír con total sinceridad por su sencillez y su bondad. Con sus gestos nos sanan el alma, nos protegen, nos hacen evolucionar. Gracias a ellos, cada día soy mejor persona. Eso no tiene precio.
De hecho, diría que la bondad es la mejor cualidad de una persona. En nuestros ofrecimientos somos capaces de exprimir y beber la mejor esencia del mundo, esa que merece la alegría y que nos hace estar orgullosos de nuestra condición. En cambio, debemos reconocer que, en ocasiones, las dificultades nos saturan, lo que hace que sea complicado dejar de escuchar esa voz interior, ese Pepito Grillo que todos llevamos dentro que nos dice que no perdamos el tiempo en hacer algo lo mejor que sepamos y que nos preocupemos por nuestros asuntos.
La bondad es una cadena que nos enlaza a todos. Es la única inversión que nunca falla. Sembrar buenos actos revierte en un beneficio universal.
En este aspecto, tenemos que evitar aquellas actitudes que nos justifican no mover ni un dedo por los demás pensando que otro que venga después lo hará. Recordemos que el mundo se está hundiendo con la maldad y se eleva con la bondad.
Explicado de otra manera, la bondad es la expresión madura de la experiencia humana que pone énfasis en el beneficio mutuo. Es un reflejo de un corazón educado y emocionalmente inteligente que todos deseamos poseer.
Tratar a los demás como nos gustaría que nos gustaría que nos tratasen a nosotros.
No se trata de tener buenos pensamientos, sino de realizar buenas acciones que conviertan en realidad. Trabajar nuestra capacidad de ser generosos, amables y considerados nos ayuda a potenciar la seguridad interior.
Cabe destacar que detrás de ciertas sonrisas no se encuentra la felicidad en sí misma, sino la bondad de aquellas cosas que no contamos ni lloramos, pero permanecen en nuestras vidas y en la parte más emocional de nuestro corazón.
Nuestros actos son el reflejo de nuestra alma, constituyen nuestras miradas al mundo. Contribuimos a la belleza del mundo demostrando que la única muestra de superioridad. Es aquella en la que se aprecia el valor de lo bueno.
Pero, ¿Cómo podemos hacer el bien?
La bondad no se encuentra en grandes gestos, sino en los actos cotidianos, pues son aquellos que están a nuestro alcance.
Primero, ilustra con tu ejemplo. Enseña a quien no sepa cómo practicar la solidaridad y la bondad, el valor de ayudar a los demás. La solidaridad consiste en dar lo que tenemos, no lo que nos sobra.
Segundo, cuida de los demás en los malos momentos. Recuerda que nuestro mejor remedio contra las dificultades es la risa conjuntamente con la comprensión empática.
Tercero, alimenta tu sentido del humor. Cuídalo, la vida se vive de otra manera cuando le damos importancia a la risa. Este es uno de los mejores recursos que nos ofrece la inteligencia emocional pues a través de él regalamos gozo, sabiduría y puede cambiar la perspectiva de los que están a nuestro alrededor.
Cuarto, ponte en marcha ante las injusticias. Salir en defensa de lo que está bien es un fiel signo de bondad. Esto, a su vez, tiene un efecto multiplicador, pues lo que nosotros hagamos determinará el comportamiento de nuestros semejantes.
Aunque no logremos ver la cosecha, las semillas que sembramos con cada acto de bondad equivalen a millones de sonrisas y a toneladas de bienestar.
La bondad es un arte, del que nos podemos beneficiar con pequeños gestos casi de manera inmediata. La gratitud y la satisfacción de hacer el bien nos ayuda a crear vínculos afectivos duraderos y saludables, a través de los que obtendremos la mayor recompensa que existe: el enriquecimiento emocional.

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