sábado, 21 de noviembre de 2015

UNA NOCHE TOLEDANA

Esta expresión la utilizamos cuando no hemos podido dormir. Es un dicho popular con origen en el año 797, durante la época del Al- Andalus. Cuando era emir de Córdoba Al- Hakam I
Toledo siempre ha sido un pueblo que lucha por su independencia y contra los opresores, eran rebeldes.
El emir quería acabar con estos movimientos de rebeldía de la manera más rápida y eficaz posible, como siempre acabaría siendo la más sangrienta.
Mandó un nuevo gobernador, de nombre Amrus para llevar a cabo su plan. Su objetivo era, básicamente, ganarse la confianza de los toledanos, en especial de los más poderoso. Haciéndoles creer que gobernaría con independencia y aceptaría sus reclamaciones.
Amrus, hizo exactamente lo necesario para conseguir su objetivo. Habló con buenas palabras, con respeto y fue un gran gobernador. Poco después, ya contaba con la confianza de la mayoría del pueblo toledano.
Ahí comenzaba el plan de Al-Hakam I, era el principio del fin de la rebeldía.
Con el pretexto de la llegada del futuro heredero al trono cordobés, Abd al- Rahman II, Amrus invitó a toda la nobleza a su vivienda para festejar con un banquete la visita del futuro heredero. Los nobles, confiando en Amrus, se vistieron con sus mejores galas y fueron a la celebración.
La guardia real estaba apostada en la puerta principal, uno por uno iban entrando los nobles toledanos. Tras dicha puerta, les esperaba un foso, cavado con el propósito de verter en él, los cadáveres degollados de los nobles.
Algunos datos hablan de cientos, otros de miles de muertos, hasta que alguien gritó “¡Toledanos, es la espada, voto a Dios, la que causa ese vapor y no el humo de las cocinas!”

Los que aún no habían entrado tuvieron la suerte de poder escapar, pero Al-Hakam I consiguió su propósito: Toledo se calmó durante muchos años.


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