El Santuario
de la Virgen de Balma, en Castellón, está enclavado en plena roca, se convierte
en un lugar de peregrinaje para la sanación de enfermos y “endemoniados”.
Siglos
atrás, un pastor manco fue deslumbrado por una mística luz que le bendijo y
sanó su brazo, reconstruyéndolo.
Desde ese
momento, este lugar obtuvo rutas turísticas por sus prácticas.
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